Ingenio

¡Buenas tardes!

Casi sin darme cuenta ni poder evitarlo, siempre he buscado racionalidad en las cosas.

Yo soy de ese tipo de personas a las que no basta que las cosas sean bonitas (a pesar de que sigue siendo esa una cualidad imprescindible en mis elecciones; de nada sirve que sea muy, muy práctico si luego resulta que también es muy, muy feo... como las camisetas de 'Damart', ¿os acordáis? Te mantenían calentit@ como ninguna pero 'bonita' no era precisamente la primera palabra que te venía a la cabeza...  ;), necesito el plus de la utilidad, la practicidad, saber que -de alguna forma-, alguien se ha devanado los sesos para que aquello sea perfecto (o casi ;).

Quizás por eso me seducen tanto los apartamentos pequeños... siempre había querido justificarme a mí misma pensando que me gustaban porque representaban todo un ejercicio de humildad, de democracia y de todos esos 'grandes conceptos'; pero empiezo a intuir que el verdadero motivo...

¡es que alguien se ha pasado mucho tiempo pensando y valorando las mejores alternativas para ese espacio =)!

Y todo ese ejercicio de racionalidad -no puedo negarlo- me encanta.

Por eso me ha llamado tanto la atención este apartamento que vamos a visitar hoy ;)

Se trataba inicialmente de un espacio de 55 metros cuadrados mal diseñado y totalmente falto de luz, al que los propietarios habían decidido destinar un presupuesto relativamente bajo pero sin dejar de tener por ello grandes expectativas de cambio.

Y contactaron con el arquitecto Olivier Laurent Gros, que interviene y  redistribuye la totalidad del espacio partiendo de tres sencillas premisas: luz, almacenaje y armonización a través del color.

Con la finalidad de ganar altura y mejorar el espacio visual, se eliminan muros y falsos techos -descubriendo unas magníficas vigas de madera- y se instalan dos ventanas en el techo para ganarle la batalla a la oscuridad.

Para conseguir en la cocina funcionalidad y ese toque de discreto encanto contemporáneo, se camuflan en armarios altos caldera y frigorífico y se sigue con la misma gama cromática (blanco y gris humo) que en el resto de la casa.

Este ejercicio de austeridad permite la instalación de una gran mesa con la que se obtiene un amplio y cómodo 'office' de ocho plazas.

Un cubo actúa como elemento de almacenaje multifunción y baño: se instala un armario alto que alberga lavadora y secadora y unas estanterías sirven como biblioteca.

Se aprovecha también el espacio más inaccesible para guardar objetos voluminosos y de poco uso (como maletas... etc.), al que se accede mediante una escalera de hierro.

El arquitecto aprovecha la configuración alargada del espacio, juega con la perspectiva y explota cada rincón con ingenio; prueba de ello es la ubicación de la televisión, que se sitúa encima de la barandilla de la escalera de ingreso (de cristal, que siempre aligera las cosas... ;) dándole el tratamiento de cuadro.

Partiendo también de esta configuración alargada, se diseña un mueble 'multifunción' a medida que actúa como escritorio y lugar de trabajo en el estar y como 'biblioteca-buffet' en la habitación.

El acceso a la habitación principal se resuelve con un par de puertas correderas de cristal que no restan ni un ápice de luminosidad a la estancia, a las que se añade una cortina detrás para conseguir intimidad si así se desea.
De esta forma, se consigue la sensación de estar en un espacio totalmente abierto durante el día pero que permite también privacidad e intimidad durante la noche.

Para mantener la continuidad visual en todo el espacio se opta por una tarima de pino macizo teñido en negro como pavimento, gama de tonos blancos y grises en las paredes y sencillos estores de color crudo en todas las ventanas.

Contadme,

¿Os parece este un ingenioso ejercicio de 'racionalidad decorativa';)?

¿Os basta con que las cosas sean bellas?
¿Habéis resistido crudos inviernos en vuestra infancia gracias a 'Damart' =)?

Besos,

Ingrid

*Imágenes Le Journal de la Maison